
El día que los Estados vean y sientan al individuo por encima del poder económico, solo ese día, erradicaremos la pobreza y las injusticias en el mundo. Vivimos absolutamente desamparados de los gobiernos que con nuestro voto pusimos en aquellos sillones presidenciales que más parecen cagaderos atorados de mierda política. Y más desamparados aun por aquellos pasquines de mala muerte que inventan verdades aprobadas por sus invitados de juergas y cocaína, aquellos delincuentes de corbata que manejan las corporaciones más poderosas del país, las que envenenan delfines y contaminan lagos, que enferman niños y árboles, para luego con titulares despreciables a toda portada, culpar a los mismos pobladores, o la caprichosa naturaleza del infortunio. Para el Tromercio y sus amigos del petróleo seguimos siendo un pueblo estúpido, la Pachamama por suerte siempre cobra.
Que podemos esperar de un Estado incapaz, de un periodismo inexistente, o de una Policía corrupta e ineficiente, en decadencia absoluta, desde el tombo coimero, hasta el servicio de desinteligencia que no tiene los huevos para encontrar a un compañero caído. Que podemos esperar, más que no esperar nada y seguir nuestro camino, generando nuestros propios recursos y tratando de lograr una verdadera autonomía de vida. Hace poco tuve la suerte de conocer un grupo humano en la alejada Isla de Rapa Nui, donde su ejemplo de vida debería ser imitado y aplaudido por el mundo entero. El respeto por su tierra, por su mar, la inexistencia de armas de fuego o la ausencia de pobreza deberían alarmar a esta sociedad ruidosa, pero tan falta de amor por los suyo, por los suyos.
Imágen sacada de "El Otorongo"
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