Con cierta indignación pero sin resignación, veo que Lima sigue creciendo para arriba sin el más mínimo respeto, no sólo por la estética y belleza de una ciudad que debería valorar su tradición y cultura, sino también por el propio funcionamiento de sus calles y el correcto circular de los transeúntes. Poco a poco las constructoras van depredando nuestro barrio, pero no contentos con ello, se están también apoderando de nuestras calles y nuestras veredas, cerrándolas al parecer, con el consentimiento de la policía para colocar camiones. Si no era suficiente con que todos los municipios, ministerios y Sedapal se pusieran de acuerdo en romper las calles al mismo tiempo para distintas obras, ahora tenemos que dar algunas vueltas más para llegar a nuestro destino, y en mi caso, arriesgar mi vida al no poder cruzar por la vereda por tener a un gracioso camionero estacionado en ella sin el más mínimo respeto. Y no olvidemos que también se puso de moda colocar a un policía por construcción, restándole aun mas importancia a la seguridad ciudadana por beneficiar los intereses de alguna mafia inmobiliaria. Vaya joyitas las que tenemos que aguantar ahora.
