El sonido de la Luna

jueves, 17 de noviembre de 2011

Mi constante lucha con el sistema que me vio nacer

Desde adolescente siempre me consideré un chico de izquierda, me identificaba con esa gente que luchaba por los derechos del pueblo y de la igualdad para todos, en fin. Pero con el tiempo empecé a darme cuenta que la izquierda y la derecha tienen más en común de lo que yo pensaba, y menos gracia que un mono enjaulado. Toda ideología política siempre busca un interés particular, así el discurso sea para los empresarios neo liberales o para la clase obrera, los representantes políticos de ambas polaridades siempre van a accionar en función del bolsillo propio, no hay nada que hacer, la historia los delata. Dictadores derechistas o izquierdistas siempre han querido imponer su ley y perpetrarse en el poder todo el tiempo que quieran por ambiciones únicamente económicas, o utilizando el utópico voto popular para así distraer a la plebe de los verdaderos amarres debajo de mesas que se gestan en nombre de la “democracia”.

El actual sistema nuestro de cada día, del consumismo perpetuo, el de la obsolescencia programada, el que genera necesidades inexistentes, y así crear un clima perfecto para el consumo desmedido e innecesario, ha logrado expandirse y retroalimentarse lo últimos veinte años. Somos la generación del upgrade hipotecado donde el botón de “Undo” no existe, no hay marcha atrás. El marketing interactivo y la publicidad ingeniosa han logrando convertirse en la religión del momento, con el embobamiento colectivo y la manipulación mental -gracias a increíbles técnicas audiovisuales y nuevos medios masivos- allanan el terreno (o lubrican el sendero) para el fácil control de nuestro dinero, y peor aún, de nuestro tiempo. ¡Han logrado que nos sintamos mal de nuestro tiempo libre! Hace más de 100 años se logró reducir el horario de trabajo obligatorio de 16 a 8 horas. Hoy la tecnología, que se fue desarrollando con el fin supremo de lograr que trabajemos menos, puede darnos la posibilidad en mucho campos -sobre todo en el trabajo mecánico de la industria a gran escala- de reducir el horario obligatorio actual a la mitad. Sin embargo hoy una gran mayoría de personas trabaja de 11 o 14 horas, y no estamos hablando del ejecutivo “workoholic” adicto a su propio ego, hablamos de una esclavitud modernizada y condescendiente, sin beneficios laborales ni pagos extra. “Si la tecnología nos permite producir 4 veces más que hace 30 años, ¿por qué trabajamos cada vez más? Y los salarios no se mueven.” Nos recuerda Carlos Tovar “Carlin”, impulsor de la jornada de 4 horas en su “Manifiesto del Siglo XXI”.

El gran problema de todo esto, es que la inmensa mayoría se siente cómoda con esta situación. Su letargo y fascinación por la rutina cuadriculada, aquella que lo lleva a trabajar largas horas para luego sentarse frente a su TV de 40 pulgadas o salir de paseo por el “mall”, alimentan la bola de nieve que crece y crece sin control. Como lo visionaron los hermanos Wachowski en “The Matrix”, muchos están cómodos conectados al sistema, y no están aun preparados para desconectarse. ¡Sí! Desconectarse y abrir los ojos a la realidad, a la verdadera esencia del ser humano, a su naturaleza, a la que lo rodea, lo alimenta y lo viste, a la que le da todas las respuestas para la plena felicidad, aquella que lo conecta con el hemisferio cerebral menos racional. Desconectarse para evolucionar y revolucionar nuestro entorno.

Como por ejemplo, revolucionar la educación; no podemos seguir educando a nuestros hijos con métodos del siglo antepasado, hay que crear espacios donde los chicos se diviertan aprendiendo, si queremos enseñarles algo empecemos por escucharlos, por conocerlos, potenciar sus habilidades individuales sin imposiciones y mandatos. Revolucionemos la economía, la actual crisis nos está dando luces de que algo no funciona bien. Un sistema global de gestión de recursos naturales, patrimonio común de toda la humanidad, puede ser la solución. Si vivimos en un planeta abundante en recursos, suficientes para cubrir las necesidades vitales de todo ser humano, ¿Por qué vivimos bajo la doctrina de la escasez? El actual sistema económico funciona de esta manera, oferta y demanda, siempre manipulada y malintencionada. Si, podemos prescindir del dinero si nos lo proponemos, aunque suene utópico y romántico. ¡Revolución política urgente! No tengo la solución pero puedo decir que creo que la democracia participativa puede ser de ayuda. El pueblo viene alzando la voz cada vez más fuerte y nadie lo escucha. La política ha dejado de representar los intereses de la gente para garantizar el porvenir del sistema financiero mundial. Tal como vivimos hoy podríamos directamente dejar de ir a votar, total, los que gobiernan desde hace años son siempre los mismos, los bancos. Revolucionar espiritualmente, en verdadera conexión con nosotros mismos, con nuestra tierra y con el universo. Debemos entender que las religiones y creencias, son solo distintas interpretaciones, todas ellas respetables, de algo mucho más grande que nosotros. En mi caso trato de entender que el gran motor que nos da energía, que nos hace florecer y despertar cada mañana es el Sol, y su conexión con este hermoso lugar, la Pachamama que nos alimenta y que nos dio la vida. Tantas culturas milenarias no podrían estar equivocadas. La meditación diaria puede darnos ese soporte que necesitamos para enfocar nuestras energías en lo que verdaderamente queremos hacer para ser felices. Ser y Hacer para poder Tener, y no al revés.

En fin, cada día trato de ser mejor persona, de poner por encima de la búsqueda del éxito mi felicidad y la de los que me rodean. Siento que si vivo en constante rEVOLUCIÓN conmigo mismo podré llegar a viejo con cierta dignidad. Sé que vivo en un sistema, y que en cierta forma, debo acoplarme a él, pero no podría mirarme cada día al espejo si no hiciese aunque sea un poquito por intentar cambiarlo. Una feliz vida para todos.

Tomás Gistau Soldi

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Que bien poder leer la verdad Tomás, así no lo escriben en ningún periódico ...

Tomás Gistau Soldi dijo...

Gracias, es cuestión de ser sinceros con nosotros mismos. Un saludo!